EL PRESUPUESTO SERÁ EL GRAN OBSTÁCULO PARA SÁNCHEZ
El mundo está en una difícil encrucijada, la peor del siglo; el final del ciclo económico, que se dejaba ver a lo lejos, se ha hecho presente con la peor de sus caras. Pandemia, guerra y crisis económica.
La pandemia tensionó a límites insospechados los sistemas de salud, paralizó las economías al aplicarse, de forma generalizada, los confinamientos y obligó a los gobiernos a generar ayudas extraordinarias a empresas y ciudadanos para intentar una vigorosa recuperación. El parón en las fábricas dañó las ya afectadas cadenas de distribución, la logística causó cefaleas a los fabricantes; se acentuaron las roturas de stock con sus consiguientes retrasos primero y más tarde encarecimiento de los productos.
Rusia invadió Chechenia, Georgia y en 2014 la península de Crimea (en Ucrania). Occidente entonces miró hacia otro lado. Pero la invasión de Ucrania en 2022 será diferente. La inteligencia americana telegrafió día a día los movimientos de las tropas de Putin en la frontera. La diplomacia rusa tomó el pelo a la opinión pública internacional, un día afirmaba que no invadiría Ucrania y horas después iniciaba un bombardeo de objetivos civiles como no se veía desde la II GM. Los precios del petróleo y del gas se dispararon en una parábola a la que aún no se le ve fin. Los detonantes de la crisis económica estaban servidos, solo hacía falta algo de tiempo. La espoleta final ha sido la guerra.
La inflación es el primer indicador que ha erizado el cabello de los dirigentes del mundo. Cifras de dos dígitos nunca vistas desde la creación del euro. La tensión de los precios en los productos alimentarios, ante el bloqueo ruso (impuesto por los aliados) y la imposibilidad de sacarlos de Ucrania (provocada por Rusia), se une a la carestía de los combustibles y amenaza con extenderse a toda la economía occidental. Los primeros meses de 2022 las casas de análisis ponían el énfasis en que el choque inflacionario era exógeno, a causa del alto precio del gas; se confiaba que, con la llegada del buen tiempo, los precios energéticos se moderaran y con ello la inflación. Recién comenzado el verano Europa analiza la posibilidad de que Rusia cierre el gasoducto y el precio de la energía se triplique. En todo caso la inflación se ha enquistado, amenaza el entramado económico y el bienestar de los países occidentales.
El crecimiento económico (PIB) es la dovela sobre la que descansa toda la arquitectura económica, es la mágica magnitud que ningún político quiere ver en negativo. A ambos lados del océano se descuenta que el tercer trimestre y (muy probable) también el cuarto serán de decrecimiento del PIB.
Los bancos centrales deben subir los tipos de interés para combatir la inflación, así lo han avisado con más decisión la FED que el BCE. El problema viene de subir los tipos de interés, que “enfría” la economía, cuando no hay crecimiento económico. En ese escenario la política monetaria tiene la pólvora mojada. Si los precios del petróleo y del gas continúan elevados tendremos un período de inflación elevada durante muchos trimestres.
La única posibilidad de que, en el corto y medio plazo, se moderen los precios energéticos es un alto el fuego en la guerra de Ucrania. Los analistas aventuran todo lo contrario; argumentan que para alcanzar algún tipo de paz, antes se llegará a una situación que sea admitida fácticamente, o agotamiento de algún contendiente. No parece que Ucrania acepte renunciar a una parte de su territorio; de Rusia nadie parece saber que es lo que buscan, hay muchos ataques y contrataques. Por otra parte, las últimas declaraciones de Biden (en la cumbre de la OTAN) hacen alusión a un aporte de armamento a Zelensky sin límite. Se habla de una guerra de años de duración. Así las cosas, sólo se moderarán los precios del petróleo y del gas si disminuye la demanda porque consumamos menos. La decisión de la FED, restrictiva con los tipos de interés, puede ayudar a moderar la inflación al frenar el precio del petróleo y gas.
España tiene por delante un verano con cifras tope de reservas para nuestra gran industria del turismo. La situación recuerda a la de 1992; la imagen del país reforzada tras las olimpiadas y la Expo, a la vuelta del verano Felipe González tuvo que devaluar la peseta en tres ocasiones (septiembre y noviembre del 92 y mayo del 93) hasta un 20 % alcanzó nuestro empobrecimiento. 30 años después este verano, a tenor de los indicadores, los españoles nos lanzaremos a consumir el ahorro acumulado durante el confinamiento, aunque todo hace presagiar que el cuarto trimestre arroje cifras de PIB desalentadoras.
Con esta música de orquesta nuestro tenor Pedro Sánchez tendrá muy difícil cuadrar los nuevos presupuestos. La actualización de las pensiones al IPC, con una subida del 6 % supone 10.000 millones. A lo que hay que añadir el incremento del gasto en defensa comprometido con la OTAN y el mayor coste de los intereses de la abultada deuda pública. En los ingresos, con una ralentización (si no frenazo) económica, no habrá mucho margen para el optimismo. La alternativa de prorrogar los presupuestos tiene poca lógica ante un cambio de ciclo y los nuevos compromisos de gasto. Tiene toda la pinta de un sudoku de muy difícil solución. Ahora no existe el comodín de la devaluación utilizado en el 92.
Como siempre muy buen analisis, pero futuro muy negro
Yo lo que me temo es que quien le solucione el problema sea el PP y eso sería muy grave. Tenemos por delante tiempos muy difíciles
Buen análisis, da miedo mirar al futuro.
Muy acertados tus comentarios. No importaría que lo arreglase el PP pero así no se puede seguir.
Feliz verano.
Una visión global muy interesante, en que se deja entrever el «cansancio» occidental a la guerra (no el de USA y su brazo militar de la OTAN), con cada vez mayor contestación del consumidor, para el que no es lo mismo «ayudar a un lejano país» que quedarte sin vacaciones.
En el tema geopolítico global parece que no todos están contra Putin/ URSS, y mientras tenga oxígeno de sus compañeros BRIC S, creo que Rusia lleva la mano ganadora de la partida.., pero no alcanzo a ver cual sería el final de la historia,..
Da gusto reflexionar con tus artículos,.. Saludos
Excelente reflexión, Tomás, en la línea del acertado análisis anterior. Como ya dije en otra ocasión: más, por favor.
De acuerdo con los indicadores y su interpretación y preparando el cuerpo para una segunda parte de año difícil de digerir. Además, un 1992 sin peseta será más un 2013 de devaluación interna.
Me permito añadir algunas alteraciones que se dejan ver en el medio plazo y que pueden moderar el escenario internacional, paradójicamente debidas a la recesión en ciernes: la contención del precio del crudo (por descenso de demanda) y la limitación de la corrección de tipos tras un primer ajuste antiinflacionario para no dañar en exceso el debilitado crecimiento.
Eso sí, Sánchez queda fuera del tablero. El matrimonio debe estar ya mirando el idealista bruselense o whasingtoniano.
Descontado que será a Feijoo a quien le toque «hacer economías», como decía el ministro Fernández Villaverde hace más de un siglo.
Abrazos y buen verano.
Acertado análisis, que incrementa mi pesimismo sobre lo que nos espera ,